06 Jul 7 JULIO DE 2019. PRIMER DÍA INTERNACIONAL DE LAS LUCIÉRNAGAS. EL BOSQUE (CÁDIZ)
Todos estábamos un poco nerviosos porque era nuestro primer día mundial de las luciérnagas…. Ni siquiera sabíamos qué iba a ocurrir, si se habría enterado alguien además de papá y mamá, si estaríamos solos andando en la noche o si vendrían más niños y niñas con sus hermanitos.
Por eso nos entró una enorme emoción cuando nos encontramos con tantos que, como nosotros, se habían venido a esperar a la entrada del Jardín Botánico de El Bosque, en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema (Cádiz). A nadie se le había olvidado el frontal, o una linterna de mano, y, mucho menos, las ganas de saber si encontraríamos los seres brillantes que nos prometía el cartel.
En la sala casi, casi no cabía nadie más. Nos sentamos a escuchar y ver la proyección. Y con cada foto de bichitos de luz, nos daban aún más ganas de salir y comenzar el paseo
El sendero del río Majaceite parecía un tren de colores, primero el de nuestras camisetas y gorras y, después, conforme iba oscuriendo, el de los haces de luz de las linternas que manteníamos encendidas, desascostumbrados a caminar más allá del atardecer.
Cuando nos internamos en el bosque de ribera, apagamos las luces: teníamos que mantener en silencio nuestras linternas para tener alguna oportunidad de descubrir algún gusanito de luz.
En realidad, no sabíamos muy bien qué y a dónde mirar. «Si están no os preocupéis, seguro que las veis», nos dijeron. Pero seguíamos avanzando, y no nos veíamos más que a nosotros y al follaje sombrío de los árboles.
¿Dónde estarían?
Más adelante, vimos los primeros machos de luciérnaga mediterránea, con su aspecto de escarabajo con escafandra, alargados y castaños, que acudían a la luz de las linternas. Despistados, se posaban en los brazos, recorriendo el dorso hasta incluso llegar a las manos. Y alguno de ellos, quizás tan nervioso como nosotros mismos, dejó ver dos tenues puntitos de luz verde fosforescente en el extremo de su cuerpo.
Las hembras no se dejaban ver…. Muchas veces ocurre, nos explicaron: justamente si hay muchas luciérnagas no se ven las hembras porque en seguida apagan su lucecita cuando encuentran pareja al caer la tarde.
¡Cuando contemplamos al fin la luz de una luciérnaga hembra, ¡que fascinación!. «¡Parece un led!», dijo uno de nosotros. Y es cierto: todos estuvimos de acuerdo con aquel primer comentario de sorpresa mientras, pacientemente, íbamos pasando a contemplar a la dama de la noche.