¿Has visto alguna vez una luciérnaga?
Las luciérnagas son uno de los insectos más familiares, todos hemos oído hablar de ellos: unos bichitos que se encienden, como una bombillita.
Ya sea por las series de dibujos animados o por muñecos de peluche, los gusanos de luz forman parte de los recuerdos de nuestra infancia.
En Europa, y más concretamente en España, no tenemos la fortuna de contar con el espectáculo fascinante de una multitud de lamparitas dando brillo a los árboles tropicales. Pero la visión de la más modesta de nuestras luciérnagas seguro que nos cautivará.
Muchos de nosotros también hemos tenido la experiencia de ver luciérnagas de verdad, en plena naturaleza en las noches de verano, quizás en nuestro jardín, en una huerta o en la vera de un camino.
De hecho, en comparación con otros muchos animalitos, son fáciles de reconocer. Cuando uno ve una lucecita verde brillando de noche sobre la hierba o entre la maleza, o acaso entre las oquedades de un muro de piedra, y tras descartar que se trate de una colilla mal apagada (cuya, dicho sea de paso, es de tono colorado) o del reflejo de la luna o de alguna farola en algún vidrio o papel metálico, puede estar casi seguro de que se tratará de una luciérnaga.
Si tenemos curiosidad y nos acercamos a este puntito de luz, que brilla algo más que el piloto de encendido de los electrodomésticos de casa, comprobaremos que las más de las veces procede de un insecto con aspecto agusanado, que porta su lamparita en la parte inferior del extremo de su cuerpecito.
Casi siempre será una luciérnaga hembra, que de este modo tan sui generis llama la atención de los machos que estarán de ruta buscando amores. En otras ocasiones, son los machos voladores los que parpadean en su búsqueda de las hembras.
Sin embargo, aparte de estos esporádicos encuentros: ¿qué más sabemos de las luciérnagas?
¿Conocemos dónde viven, qué comen, o cuánto dura su vida?
¿Sabemos durante cuanto tiempo mantienen encendida la lamparita?
¿Solamente luce la hembra, o también los machos y las larvas inmaduras?
Y para los que no hayan visto nunca un gusano de luz: ¿cuándo y dónde es posible verlos?
Preguntas como estas para satisfacer nuestra curiosidad, pero que nos abren la puerta a otros interrogantes: ¿hay una única especie de luciérnagas o varias de ellas?, ¿por qué en algunos lugares concretos hay gusanos de luz y en otros muy próximos y aparentemente similares, no hay?, ¿por qué hay años en los que parece que hay muchos gusanos de luz y otros en que son muy raras?
Y detrás de todo esto hay una reflexión más profunda. Muchas personas tienen la sensación de que ahora hay menos luciérnagas que antes, que no se ven tantas lucecitas en las noches de verano.
¿Es esto cierto?
¿O se trata más bien de una apreciación subjetiva debida a que muchos de los que antes veían luciérnagas ahora ya no van al campo o a los ambientes rurales en donde las veían cuando eran pequeños o eran más jóvenes? Quizás ahora no tengamos tanto tiempo ni curiosidad para descubrirlas por la noche.
En realidad, no conocemos mucho sobre las luciérnagas “españolas”. Pero no somos los únicos: son grandes desconocidas, pese a su aspecto tan llamativo en casi todos los países, si bien en algunos se comparte el interés y cierta preocupación por estos insectos y se ha creado una red de aficionados a su observación y estudio.
Las luciérnagas son un buen paradigma de las encrucijadas de nuestra biodiversidad, de lo poco que sabemos de la mayor parte de nuestra fauna y flora. Y eso que son unos animalillos tan familiares…
Porque despiertan nuestra curiosidad de naturalistas y causan nuestra admiración y nos regocijamos cuando las descubrimos. De algún modo, cuando vemos una, sentimos la necesidad de compartirlo con las personas que queremos.
Porque son magníficas representantes de nuestra biodiversidad cultural, que no otra cosa son sus nombres o sus querencias por habitar en nuestros cuentos, poesías o canciones.
Porque en nuestras tierras mediterráneas, las luciérnagas tienden a ser nuestras compañeras: viven en nuestros huertos, parques y jardines, deambulan por nuestros caminos y veredas, las encontramos junto a nuestras acequias y canales.
Y, en definitiva, los gusanos de luz que tienen a bien compartir su vida con nosotros testifican a nuestro favor en lo que se refiere a la relación que mantenemos con el entorno: si estamos aquí junto a vuestras casas y propiedades, vienen a decirnos, es porque respetáis suficientemente las reglas de convivencia con la naturaleza como para mantenernos año tras año en este hogar que también es nuestro y de los animales y las plantas que forman parte de la comunidad ecológica de las luciérnagas.
«¿Has visto una luciérnaga?» pretende contribuir a aumentar nuestro conocimiento sobre las luciérnagas de la fauna española mediante esta plataforma de aprendizaje participativo: la web www.gusanosdeluz.com.