
17 Jun Ignacio Abella, Colunga (Asturias)
Ignacio Abella desde Colunga (Asturias) nos hizo hecho llegar este correo el 19 de febrero de 2009:
» Como «cultivador de luciérnagas empedernido», te diré que, efectivamente, desaparecen en lo que yo puedo constatar aquí en casa. Hay una razón muy evidente y es que la luz acaba con ellas. Las urbanizaciones pueden continuar albergándolas en los ribazos, en los setos y hasta en el borde de las aceras mientras haya caracoles para comer y el asfalto no lo haya engullido todo, pero cuando al final las farolas se encienden, el reclamo de la hembra no puede competir y si se acaba la noche, las luciérnagas van detrás. En casa siempre tuvimos cuidado de no usar productos antibabosas y caracoles que puedan envenenar por otra parte a las luciérnagas y esta ha podido ser otra causa de su declive. Pero los resplandores de las ciudades, habrás visto, llegan ya incluso a los lugares más apartados y crecen como un incendio nocturno. ¿se extinguirán las luciérnagas por exceso de luz y falta de noche??
Un abrazo.
PD. Durante mi niñez las cazaba en Eulate (Navarra) y había en el mismo pueblo, iluminando los rincones, al pie de la sierra de Urbasa y la de Lóquiz.»