
20 Feb Bea Martín, Ávila
Bea Martín nos escribe una vivencia antigua con las luciérnagas en Candeleda, Ávila: “Calculo que hará unos 20-25 años, yo era una niña, entre la vegetación que crecía en un muro de piedra (de medio metro de altura, aproximadamente) dentro del pueblo y que bordeaba un descampado rodeado de edificaciones de tres plantas de altura, cogí un gusano que tenía luz propia y que me llamó mucho la atención. El pueblo era Candeleda, en la provincia de Ávila, en verano. Era de noche. Sólo recuerdo su cuerpo alargado y blando, de unos 2,5 cm de longitud y 0,5 cm de ancho (o eso creo recordar). Después de observarlo unos segundos sobre la palma de mi mano, lo devolví sano y salvo al lugar del que lo había cogido. No he vuelto a ver, ni en ese lugar ni en ningún otro del pueblo o alrededores, una luciérnaga.»